jueves, 30 de septiembre de 2010

CROTO

Una tarde gris, de un gris mayo de 1930, José Américo Chezzi, picapedrero, anarquista, salió a caminar sin rumbo, por el trazado de las vías del ferrocarril.
En la primera estación se despidió para siempre de Patricia, su mujer. En la segunda, se rapó, con asombrosa ligereza y decisión, la cabeza. En la tercera, arrancó cinco horas a su anoréxico reloj.
Con apenas 19 horas colgando en su muñeca derecha, deambuló durante 25 años por las vías de esa opulenta Argentina agrícola.
En su feroz transitar, coleccionó piedras barnizadas en alquitrán, insultó a grises palomas, burló a obesos y fascistas policías e ilusionó a vírgenes en todos los idiomas.
En esas eternas noches, en improvisadas rondas y fogatas de fuego azul, junto a ocasionales amigos de turno, degustó pájaros a la cacerola, desafinó canciones en italiano y habló de sus horas de menos arrebatadas por antojo o capricho a su reloj de sol y de arena, de filosas agujas y erectos números romanos.
“Sin nada ni nadie, logró tenerlo todo”. Entendés? -me dice Lorenzo, el calesitero de la plaza Flores.

martes, 14 de septiembre de 2010

ESTATUA VIVIENTE

“Un farsante, la síntesis perfecta entre los dignos y los caballerazos”.
Esa fue la última frase que, sin anestesia, escupió Daniela antes del esperado y fatal “hasta nunca”.
Aquella pizza a la napolitana, pedida por ceremonial y protocolo, fue la única testigo presencial del asunto. Sus ocho porciones se mantuvieron firmes e intactas, burlonas.
La gorda Daniela, como la apodaron algunos de mis queridos amigos, huía de mi vida con la misma intensidad con la que dos años atrás ofrendaba toda su virginidad perfumada.
Durante esa desgarradora pero iluminadora jornada, nacieron, se instalaron e inscribieron dos certezas que sostengo con religiosa convicción junto al inexorable tránsito hacia la muerte.
1-Las mujeres que se interesan en mí, me visualizan y perciben, en un primer momento, como una fina y lustrosa estatua viviente que personifica a un indefenso, dulce y tierno padre, que es incapaz de abandonarlas.
2-Superada la fase inicial de enamoramiento todas mis relaciones quedan determinadas, reducidas y sometidas al lapso del tiempo que les lleva a mis parejas en descubrir que soy: inseguro, alérgico, miedoso, conservador, irrespetuoso, asqueroso, cínico, rutinario, aburrido, desapasionado, haragán, machista, sucio, básico, desordenado, abúlico, malhumorado, agresivo, charlatán, desubicado, rencoroso, engreído, puerco, autoritario, necio, grosero, infiel, obsesivo, neurótico, vagoneta, egocéntrico, desconsiderado, agreta, sordo, torpe, manipulador, mentiroso, chanta, ordinario, prejuicioso, impotente, veleta, baboso, judío, avaro y con juanetes en los pies.
Una vez que ellas detectan estas cualidades personales, la estatua viviente muta en piedra fundamental y ahí sí que no hay vuelta atrás.
-Ahora entiende doctora, cuál es mi problema?