Se enciende la chispa y se incendian los recuerdos.
Queman, se desintegran hasta las nauseas.
Arden.
Los vagabundos se burlan de esos tornillos, que ya no volverán.
Oscuras matrices iluminan el silencio.
Vomitan.
Salen vacías del purgatorio.
Al fin celebran, con ligera modestia, la oda de las llamas.
Eterna sabiduría, alimento ancestral. Nutre.
Después del fuego.
Nada.
Aprender a morir.
3 comentarios:
un texto muy fogoso!
laura
muy bueno!
aprender a morir, eso esta lindo.
juan
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